Llevo ya quince días sin nuestras conversaciones, sin nuestras risas, sin los saludos, sin todos aquellas canciones que nos pasábamos, sin ver las películas que me recomendabas, sin tus consejos, sin tu dulzura, quince días sin nada.
Quince días en los que no he echado ni una sola lagrima, solo he llorado el día que me dijiste, aquellas palabras que no quiero ni recordar. En ese momento decidí que ni tú, ni tus palabras, ni nadie me iba a amargar el verano, me prometí, reírme de los problemas y de momento esos lo que estoy haciendo, olvidarme de ti y parece que lo estoy consiguiendo.
Pero resulta que parece ser que me ves demasiado feliz y esa felicidad la tienes que romper de alguna manera y esa manera es con un hola y tu jodida maravillosa sonrisa, no te culpo de romper mi felicidad porque no lo has hecho, porque aunque no lo creas necesitaba y deseaba esa hola.
Y ahora no se que hacer si seguir con mi actitud de estos quince días de a pesar de verte conectado no hablarte, o hablarte y que me contestes y me pidas perdón como siempre haces cuando ves que te has pasado con lo que me has dicho. ¿Que hago? Ahora es cuando necesito uno de tus consejos.
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